En este Tour os proponemos un itinerario por Barcelona en el que podréis visitar algunos de los espacios más emblemáticos de la música clásica del pasado y del presente. También os escaparéis una noche a la ópera. Para espíritus refinados y nostálgicos en particular, y para todos los amantes del arte de Orfeo en general…
Barcelona es actualmente una capital artística que ofrece un repertorio musical variado y de reconocido prestigio, a la altura del de las mayores capitales europeas. La melomanía de esta ciudad no es nueva y cuenta con una larga tradición histórica que alcanzó sus frutos más visibles y espectaculares a lo largo del último siglo y medio. A partir de 1850, la expansión económica y demográfica de Barcelona y la ampliación de su núcleo urbano se acompañaron de una pasión también creciente por la música y el bel canto. Surgieron iniciativas como la creación la Societat Catalana de Concerts y el coralismo, y florecieron instituciones como el Liceu y el Palau de la Música que hoy mantienen una gran vitalidad. En estos escenarios, pasado y presente se reencuentran gracias al arte intemporal de la música. Si sois melómanos no os los podéis perder.
Aconsejamos que empecéis el Tour musical con una visita al Museu de la Música, situado muy cerca de la estación de metro de las Glorias (línea roja). Este museo, ubicado en un reciente edificio del arquitecto Rafael Moneo, alberga una valiosa colección de instrumentos de cuerda, viento y percusión de todos los tiempos, desde las civilizaciones antiguas hasta la era digital. Los especialistas encontrarán una colección de guitarras históricas considerada como la mejor del mundo, una sala de gramófonos y algunas rarezas instrumentales como el híbrido claviorgue (mitad órgano, mitad clave). Los menos especialistas también pasarán un buen rato porque en este museo además de mirar está permitido escuchar y tocar.
El Museu se encuentra en la calle Padilla 155, y abre sus puertas de martes a sábados de 10 a 18h y los domingos de 10 a 20h (cierra los lunes). El precio de las entradas es de 5 euros (3.50 para menores de 29 años y mayores de 65). Hay servicio de audioguías que se solicita al entrar, y la cafetería de l’Auditori justo al lado. Recomendamos, de paso, recoger una programación de los conciertos que oferta esta moderna y reciente sala de conciertos: ¡seguro que volvéis!
Punto de parada obligado en toda ruta musical por Barcelona es el Palau de la Música, al que podréis fácilmente llegar con la línea roja (Urquinaona) o con vuestro transporte con chófer privado. Este edificio, obra de Domènech i Montaner, fue construido entre 1905 y 1907 para albergar la Sede de l’Orfeó Català y constituye uno de los ejemplos más fascinantes de la arquitectura decorativa y preciosista del modernismo catalán. Actualmente funciona como Sala de Conciertos –reconocida en 1997 por la UNESCO como Patrimonio Mundial- y por las mañanas (hasta las 15.00h) podréis visitarlo por dentro.
Recomendamos cálidamente entrar en sala de conciertos del Palau, que se alumbra con un sol de cristal y en la que esculpidas walkírias cabalgan por el techo. Desde el fondo del escenario, 18 musas de piedra y mosaico (obra de Eusebi Arnau) os recibirán solemnemente tañendo sus instrumentos. Antes de abandonar el recinto aseguraros de coger un programa de conciertos: la acústica del Palau de la Música es impresionante, y aunque resulta especialmente ideal para conciertos intimistas, su oferta es variada y para todos los gustos (música sinfónica y de cámara, intérpretes locales y grupos de todo el mundo, repertorio clásico y contemporáneo, incluso jazz, gospel o flamenco).
Para reponer fuerzas podéis acercaros a Les Cuines de Santa Caterina, un restaurante que encontraréis bajando por la vía Laietana a pocos pasos de la Catedral y junto al mercado (Avenida Francesc Cambó). Este moderno local ofrece atractivas barras a la vista y cocina fresca de mercado, a precios varios y para todos los gustos: se ofrecen platos típicos catalanes (como escalivada, o escudella) y españoles (cochinillo), pero también cocina oriental y vegetariana.
Después de comer, aprovechando vuestra posición estratégica, aconsejamos un paseo relajado por el casco antiguo de la ciudad. Seguro que en los alrededores de la catedral o en las recónditas plazas del barrio gótico os sorprenderán los acordes melancólicos de una guitarra o la melodía persuasiva de alguna flauta mágica….
Habrá también que ir preparándose porque vuestro periplo musical prosigue en el Liceu, el gran teatro de ópera de Barcelona. Y a la ópera hay que ir elegante, aunque la elegancia sea un concepto subjetivo y hoy en d mal vistoia sea un concepto subjetivo y hoy en doitaliana, oriental cios varios y para todos los gustos: desde platos tía no está mal visto asistir a ella ataviado con unos simples tejanos. Tal vez sea un buen momento para pasar por vuestro hotel, darle un descanso al chofer, echar una siesta y prepararos un poco…
Si no habéis reparado en llevar vuestras joyas de viaje, os sugerimos que os acerquéis durante vuestro paseo a la Sede D’Artesans de Catalunya, en la calle Banys Nous 11, y echéis un vistazo a su colección de “piezas” musicales: elegantes, sofisticadas, alternativas, hechas a mano… e inspiradas en la música!
Si sois melómanos metódicos seguro que ya habréis comprado las entradas de la ópera y reservado cuidadosamente vuestros asientos antes llegar a Barcelona. Y seguro que estaréis frente al teatro con un poco de anticipación (si habéis venido con conductor, decidle que no venga a recogeros hasta cuatro horas después, por lo menos!). Pero si este no es el caso o bien os acercáis a la ópera por primera vez, todavía estáis a tiempo: las entradas pueden adquirirse hasta una hora y media antes del espectáculo en las taquillas o por internet, y su precio oscila entre los € 9,- (con visibilidad mínima y en el gallinero) y los 300. (¡Recordad que las zonas de asientos 7 y 8 tienen visibilidad parcial o incluso nula!). Mientras esperáis el ansiado momento podéis tomar un café o un chocolate con churros en el mítico Cafè de l’Òpera fundado en 1929 y situado en La Rambla 74, justo enfrente del coliseo.
El Gran Teatre del Liceu nació en 1847 como teatro específicamente dedicado a la ópera y tiene una larga historia llena de venturas y desventuras (entre las cuales una bomba y dos incendios, ni más ni menos). La reconstrucción que vemos hoy, repleta de dorados estuques y terciopelo, es una réplica de la sala de conciertos original. Cuando entréis no olvidéis fijaros en la escalinata de mármol, en el Foyer y en la Sala de los Espejos. Luego podréis olvidaros de todo y sumergiros en la música….
Las óperas del Liceu suelen terminar tarde y si queréis encontrar un sitio para cenar conviene tenerlo reservado con antelación o bien dirigiros hacia la calle Pintor Fortuny, que cruza las Ramblas. En ella encontraréis una gran variedad de restaurantes (algunos finos, otros más informales). Unos rigattoni con crema de parmesano en el Luzia podrían ser una buena opción para combinar con las arias de Verdi, aunque para Wagner cabría buscar otras opciones más indicadas... Será también el momento para intercambiar impresiones operísticas y compartir otros secretos sobre el Liceu.
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